¿Autoridad o Libertad?
¿Autoridad o Libertad?
"Autoridad" se ha convertido hoy en día en un concepto discutible. Padres jóvenes y algunos psicólogos opinan que los niños han de ser equiparados a los adultos lo antes posible. En el afán de dar a los niños un trato de compañerismo, sin sobrecargarlos con la responsabilidad de los adultos, se percibe a veces una modestia llena de afecto. Pero también se dan casos en los que las audaces palabras libertad e igualdad solamente encubren la inseguridad en cuestiones pedagógicas y sólo son pretexto para sustraerse a la responsabilidad, por debilidad o por indiferencia. En estos casos se parte, por lo tanto, de las propias necesidades y no de las de los niños. Además, se ha perdido en gran parte la facultad de establecer una diferencia para tratar a los niños teniendo en cuenta su edad. Para los adultos, la palabra autoridad está relacionada con el concepto violencia y dictadura, o por lo menos con costumbres patriarcales de una época definitivamente caduca.
Cuando el maestro Waldorf afirma que el niño en edad escolar siente, hasta alcanzar la pubertad, anhelo de autoridad, quiere decir algo completamente diferente. Parte de una experiencia que no rebatirá nadie que tenga niños a su alrededor y que observe, libre de especulaciones teóricas, lo importante que es para los niños, tener cerca de sí a una persona en la que puedan apoyarse y hacia la que puedan mirar con profundo respeto. En realidad, esta sensación de seguridad es una fuente de energías, de la que los niños nunca se sentirán totalmente saciados.
Quizás jamás pueda percibirse con mayor claridad lo que verdaderamente es autoridad, como cuando un niño de siete u ocho años que ama a su maestra resuelve toda discusión que surge en su casa con las palabras mágicas: "Pero mi maestra ha dicho..."
Los años pasan, los niños crecen y cada vez hacen menos referencia a las palabras del maestro. Es, sin embargo, interesante observar con qué ahinco se aferran a lo que dice un maestro por el que sienten un afecto especial.
Aquí reside el punto clave del problema. La autoridad verdadera es un fenómeno que no puede conseguirse ni mantenerse con ninguna clase de medios exteriores. Rudolf Steiner hizo una vez esta afirmación radical: "... se trata de que, justamente lo que la devoción, la veneración del maestro, el amor por el maestro significa, surge de una manera natural. Si no es así, no tiene valor. Toda devoción que se obtenga por la fuerza, que de algún modo esté basada en las prescripciones de la escuela, no tiene ningún valor para la evolución del hombre. Bajo todo punto de vista se confirma la experiencia siguiente: si se educa de tal modo que sea la propia naturaleza del niño la que se tenga como norma, es como los niños más se avendrán a venerar a sus maestros". (Conferencia del 9-5-1922)
El camino que conduce de la confianza a la libertad
La autoridad, que por amor a los niños pretende granjearse el maestro, no puede convertirse en obstáculo para la evolución hacia la libertad. Todo lo contrario. Quien haya podido disfrutar en su infancia de una reconfortante confianza en los adultos que dirigían su educación, tiene más facilidad para sentir en su interior la íntima seguridad que hace posible más tarde en la vida poder "realizarse" de una forma natural y relajada. La pregunta ¿autoridad o libertad? no es correcta. Pues autoridad es un trayecto necesario en el camino que conduce a la libertad.
En el mundo occidental, hoy día, hay probablemente muchos niños que jamás han sentido verdadero respeto por una persona mayor. Si se considera este hecho como un síntoma alentador del proceso de liberación interior que tiene lugar en nuestra época, entonces sólo podemos calificar esta manera de pensar de miope y errónea. Pues los niños que no son capaces de sentir ninguna clase de veneración, tienen también por lo general una sensibilidad más pobre y, más tarde, prodigan una irradiación menos cálida.
Fuente:
Pedagogía Waldorf, Una Educación hacia la Libertad, La Pedagogía de Rudolf Steiner - Frans Carlgren